Este blog se publicó originalmente en una plataforma digital cuyo contenido era sobre San José, llamada Parqueo Público, forma parte una serie de entrevistas a personas que tienen una perspectiva particular de ver y habitar la capital. En la quietud obligada en la que vivimos con la pandemia recurro a la nostalgia y a los gratos recuerdos que tuve caminando por ese Chepe ruidoso lleno de gente.
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En esta nueva entrega hablamos y caminamos por los lugares favoritos de Carla Quesada Alluin, una persona que ama caminar por sobre todas las cosas y que desde el 2013 es una de las guías que se encarga de mostrar, a nacionales y extranjeros, lo mejor de San José a través de la empresa Chepecletas. Además, ella trabaja como Coordinadora del área de género y ciudad del Centro para la Sostenibilidad Urbana y lidera la Brigada anti acoso, un proyecto que busca garantizar espacios libres de acoso y violencia de género.
«En términos prácticos soy una caminante urbana, mi trabajo es caminar, es mostrarle la ciudad a la gente, tanto nacional como extranjera. Trabajo en turismo y gestión cultural desde el año 2013. También, soy una egresada de la carrera de psicología, que descubrió en las ciudades su nicho de trabajo, y esto tiene que ver con volver los espacios para agradables, más habitables, deseables y humanos. Soy amante de todos los temas relacionados a equidad de género y feminismo” nos decía Carla Quesada cuando le pedimos describirse.
A todo esto debemos agregar que ella es amante de la comida y la estética de la decadencia, está empedernida en buscar la belleza en las cosas que las personas consideran no tan visualmente agradables, “trato de encontrar las cosas más absurdas en las dinámicas más cotidianas y normales” agrega Carla.
Trabaja en Chepecletas desde el 2013, llegó ahí al haber terminado su carrera de psicología sin saber muy bien cual era su futuro laboral. Narra que conoció a la empresa gracias a un tour nocturno que organizaron, quedó fascinada por las personas, la comida y las historias que tomaron esa día la capital. Volvió a conectar con una ciudad que amó en su infancia, con esa ciudad en la que encontró muchas posibilidades mientras caminaba para ir a la universidad, y es que desde momento creía que la esencia de una ciudad como San José esta en descubrir cosas, que todo lo interesante que tienen otras las capitales esta aquí también y nada más había que saber buscarlo.
Actualmente, se encuentra realizando su tesis, un proyecto que nació orgánicamente de sus recorridos urbanos y de su necesidad de entender que la vivencia de caminar las ciudades es muy distinta según el género. Para ella es necesario que las personas sean más conscientes de que el espacio público históricamente no fue pensado para las mujeres, “comencé a trabajar sobre la Avenida Central, un núcleo donde hay muchas dinámicas sociales y el tema de la tesis resultó ser: Las mujeres de la Avenida Central; persecuciones, vivencias y resistencias al habitar el espacio. Cuando hablo de resistencia, existir en un espacio que no está pensado para vos, es resistir. Es fascinante el rol de las mujeres en la construcción de la ciudad” agrega Carla.
LAS FLORES
Nuestro tour empezó en el puesto de flores que está muy cerca La Gloria en Avenida Central. Carla hace un paréntesis antes de hablar de este lugar «de repente una de carilla en las salidas de mandados con señoras ir a San José resultaba una aventura muy entretenida y graciosa. Con mi abuela y mi tía abuela Roxana íbamos a la Españolita, a El Chic de París, a comprar telas, todo tipo de mandados, para mí era una experiencia de texturas y eso fue siempre para mí San José. Las salidas las terminamos en un lugar bien gringo donde vendían hamburguesas. Luego nos regresábamos a Heredia bien cansadas y ese era el paseo a San José».
Esas aventuras despertaron su amor por lo absurdo y cotidiano, así llegamos a la historia del puesto de flores.
Foto: Iva Alvarado
Este lugar es para ella una pausa visual de mucha alegría y vida. Sabe que algunas plantas van a llevar felicidad al lugar donde las reciben y resulta una explosión de colores en una ciudad que a veces de vuelve muy monocroma. «Es pensar en las personas que hacen una pausa para comprar un detalle para la persona a la que aman o quieren conquistar. Nada más me imagino en la cantidad de gente nerviosa que ha pasado por ahí pensando en la flor que le van a dar a alguien, a la mamá o a la abuela”, agrega Carla con mucha ilusión.
También nos dice que le encanta que detrás del puesto de flores exista un pequeño parque que muy pocas personas saben que existe, un espacio ideal para observar el convulso movimiento de una avenida que no para.
Foto: Iva Alvarado
El GRAN VICIO: estética de excesos
Luego nos dirigimos al Mercado, un lugar donde Carla es recibida con alegría y saludos en cada puesto.Para ella es normal que las personas de los puestos le pregunten por qué no ha vuelto en mucho tiempo o como van las cosas en su vida, y es que sin darse cuenta un día fue aceptada en este micro-mundo de familias que dan vida al Mercado Central.
Foto: Iva Alvarado
Nuestro rápido paso por los pasillos de este espacio nos llevarían a una cantina que pocos conocen y es un lugar que desde el primer momento, despertó mucha curiosidad a nuestra guía: El Gran vicio.
Foto: Iva Alvarado
Es un vivo ejemplo de lo que Carla llama «estética de excesos». Lo que primero que hacemos al entrar es saludar a Don William, dueño del bar, tenemos una conversación donde entre los dos me explican como llegaron a conocerse y lo que ha significado para él este bar, un legado familiar.
Mientras Don William nos prepara un trago, Carla hace énfasis en el mural que se encuentra a nuestras espaldas, «este mural de la pared, me parece una cosa muy curiosa, que la gente venga y escriba su nombre como un registro de vida. Hace un tiempo, conocí en un taller de intervención urbana a un artista mexicano brillante, su escuela fue la calle y hablando con él del Gran Vicio me dijo que él estuvo detrás de este mural, de su creación, fue para una Bienal de arte – que además, me parece súper interesante que una Bienal venga y se meta en una de las cantinas más viejas de Chepe y haga un mural en la pared donde la única regla es que nadie escriba nada malo, ósea, todo lo que se escribe tiene que ser positivo – ,entonces, aparte de ser una memoria de la gente que ha estado acá, es un espacio lleno de buena energía. Incluso mirá, hay escrito un ¨NI UNA MENOS¨, lo que nos lleva a creer que las feministas estamos en todos lados, es inevitable, es increíble. Muy poca gente sabe que el gran vicio existe”.
Foto: Iva Alvarado
Mientras tomabamos una pintura colocada en la parte superior del espacio llama nuestra atención y Carla nos cuenta la historia, “esa pintura me parecía un gran misterio y hablando con Andrés Fernández, una vez nos dijo que esa pintura realmente había sido como uno de estos frescos que se había reproducido muchas veces y las cantinas lo habían agarrado como un emblema y la mayor parte de cantinas viejas tienen ese. Entonces uno sabe que cuando hay un cuadro de un viejillo borracho es que es una cantina” .
Su fascinación por las cantinas también radica en el hecho de que son lugares donde parece que la historia se para por un momento, son espacios donde la gente es más honesta de lo que es en su vida cotidiana. “La gente que va a las cantinas es gente que llega a buscar un contacto privado, personal, distinto al de los bares” agrega Carla.
Recuerda que la primera vez que llegó a esta cantina entró con una actitud que no iba con el lugar, “yo venía para un tour de cantinas e iba a traer un montón de gente y yo entre como Pedro por su casa. Recuerdo haberle dicho a Don William – ¿Usted es Don William? Yo vengo dentro de una hora con quince personas- que se me quedó viendo con esta cara de -¿usted quién es?- y yo me quedé con cara de entender todo, disculparme y es una de las cosas que ahora más me gusta de las cantinas, hay una dinámica de cercanía y familia», decía Carla.
Don William – Dueño del Gran Vicio Foto: Iva Alvarado
Las cantinas estaban pensadas para ser un lugar de paso, consistían en una barrita para que la gente llegará, se tomará sus tragos y se fuera. Incluso todavía el gran vicio conserva esta estructura, no hay bancos, es nada más una barra. Tampoco vendían bocas, por qué la gente literal iba a tomar. Luego las pulperías empezaron a instalarse a la par de las cantinas por que la gente buscaba algo que comer, es así como surge la cantina moderna donde venden bocas y hay donde sentarse.
Dentro de las historias de cantina Don William nos habló de un trago que se llamaba Trago de trapo, que es que todo lo que cae en la barra, se pasa el paño, lo escurren y lo venden, él agregó que resulta así de asqueroso como se lee.
Foto: Iva Alvarado
En ese momento Don William sirve un trago con Gin y licor de concha. Originalmente lo servía con agua quinada pero no volvió a llegar, es un trago icónico del Gran Vicio.
PARQUE ESPAÑA
Foto: Iva Alvarado
Salimos del Mercado y Carla nos conduce hacía la zona de parques que se encuentra buscando hacía la estación al Atlántico.
Nos detenemos en el Parque España, y nos señala el Edificio Jiménez, ubicado al costado izquierdo del Ministerio de relaciones exteriores (conocido como la casa amarilla) y es que ahí estaba ubicada la primera oficina de Chepecletas, su actual trabajo. El parque España era su patio, su zona de descanso, y su posibilidad de disfrutar de una burbuja de bosque en una jungla de concreto.«Como estaba en frente a la oficina, este parque me permitía crear una San José que fuera mía. Mi papá tiene la suya, de persona que vivió a la par de Casa Amarilla y que jugó en esas calles y que anduvo en bicicleta; mi abuela trabajó en la Lehmann y La Gloria, mi otra abuela tuvo muchas sodas en Chepe, sodas España y yo quería crear mi historia propia, y esa historia empezó en el Edificio Jiménez» narra Carla. Y es que este parque también ha sido un lugar donde se ha enamorado, pasa por su mapa afectivo, y es lo que al final para ella significa habitar una ciudad, es crear momentos y recuerdos, en espacios que no se sabe si se van a volver a transitar.
Foto: Iva Alvarado
De ahí caminamos hacía el Edificio Jiménez, Carla estaba feliz de que ahora estuviese ocupado por librería Duluoz.
LIBROS DULUOZ
Foto: Iva Alvarado
Al llegar hace énfasis en que no quiere romantizar todo, pero que su amor por los teatros, museos y librerías es muy grande, «son espacios que uno se acerca a diferentes perspectivas de la gente. Vas a una galería a ver arte de una persona que usó un tema y lo volvió suyo, igual los libros, siempre fui (soy) muy entregada a la lectura. Algo que me gusta de Duluoz es que tiene textos que son únicos, muy diferentes, con autores que poseen una perspectiva distinta a lo que comercialmente una accede, y es un proyecto súper valiente en un contexto como este, en el que comprar libros es caro, que la gente no lee tanto, pero ella (Andrea) trae estos libros increíbles, que uno no conseguiría en ningún lugar, se siente como una cueva de saberes» agrega Carla.
Libros Duluoz es una librería independiente que con el paso el tiempo ha crecido y su colección incluye clásicos de la literatura hasta escritores y escritoras contemporáneas, libros que se convierten en piezas obligatorias para los estantes de cualquier casa. Posee una oferta enorme de libros escritos por costarricenses, así como autoras y autores Iberoamericanos. Organizan eventos y posee un área de lectura infantil. Realmente es un espacio que muchas personas no esperarían encontrar en esta capital tan inesperada.
PARQUE NACIONAL: casa de las Mariolas
Foto: Iva Alvarado
Luego apresuramos el paso para llegar al Parque Nacional donde Carla nos quería mostrar algo especial.
Pero antes, apreciamos los murales del camino e hizo una mención especial de la Biblioteca Nacional que para ella es un espacio que permite generar una ciudad accesible, donde no se genera una dinámica comercial para que cualquier persona pueda tener acceso al conocimiento. Hay personas adultas mayores recibiendo talleres, personas trabajando en sus computadoras, exhibiciones, actividades de lectura y más.
Ya en el Parque Nacional Carla nos mostró un panal de Mariolas, como no podíamos apreciarlo de cerca, nos dijo que nos iba a llevar a ver otro que está en el Boulevar de la Asamblea, justo en los murales que hicimos en el proyecto de Chepe Ciudad de Colores, allí no podíamos creer la posibilidad de como en cualquier lugar se gesta la vida.
Foto: Iva Alvarado
También nos vino a la mente como una persona sabe tanto de Mariolas y sobre donde están. Ante esta inquietud Carla nos respondió: «todo empezó este año, luego de estar explorando la ciudad buscando stickers, posters, flyers, rayones, graffitis y demás, para mí la ciudad es como un museo, las personas dejan sus expresiones de su existencia en las paredes, yo estaba obsesionada con eso y llegó un día en que ya se estancó ese tema y se quedó ahí. Luego llegó el tema de cambio climático a mí vida, ciudades sostenibles y como hacer la ciudades más habitables.Un tema que me ha tocado mucho de forma muy personal, por que siempre quise ser antropóloga de Nat Geo, esa persona que siempre estaba hablando con personas en comunidades entendiendo los ecosistemas y este año el cambio climático ha sido uno de mis temas más grandes, empecé a notar más la biodiversidad en la ciudad, por que no podemos seguir negando a las otras especies que habitan con nosotros. Tengo un libro que habla justamente de eso, de estas especies, su forma de sobrevivir y adaptarse a contextos que son adversos. Entonces yo empecé a identificar las especies que están alrededor, como los pericos y un día me puse a reconocer abejas y empecé a ver abejas en todo lado». Agrega que hay paneles en el CENAC, Parque Nacional, en los árboles de corcho del Jardín de Paz y los Murales de la Asamblea Legislativa..
Nuestra ruta siguió hacía la Plaza de la Cultura, donde encontramos una exposición y no dudamos en detenernos. Eran sketches de San José por Adrián Valenciano, el nombre de la exposición San José de ida y vuelta.
Foto: Iva Alvarado
Edificio Steinvorth: Un cafecito para terminar
Foto: Iva Alvarado
Nuestro recorrido llegaba a su fin y Carla escogió el Café La Mancha para terminar, una acogedora cafetería de especialidad, ubicada dentro del Edificio Steinvorth, otro lugar que ella también siente suyo, familiar, en Calle 1, Avenida 0.
El inmueble posee una belleza indiscutible, tanto externa como interna, y lo hacen un lugar imperdible para cualquier persona que desea volver a enamorarse de la ciudad. Dentro se ubica la cafetería La Mancha, que bien podría ser la segunda casa de Carla, por la alegría con la que es recibida por las personas que allí trabajan. El aroma a café y la calidez de la atención, hacen que cualquier persona desee volver.
Carla busca una mesa afuera en el lucernario del edificio para terminar nuestra conversación en compañía de una café.
¨Parte de tener una ciudad que es un gran salón de juegos, donde a veces los juegos se agotan, se trata de siempre andar buscando algo distinto, que haga que San José se vuelva interesante, ojo que nunca lo ha dejado de ser. Si no son los graffitis, o los stickers, voy a buscar abejas, árboles.Siempre habrá algo¨, nos decía Carla.
Ella es consciente de que San José no tiene una belleza fácil de percibir, pero es fiel creyente de que hay espacios que hacen de esta una ciudad para estar y disfrutar como cualquier otra. No todo es malo, no todo es presas y basura. Odia el ejercicio de comparar San José con otras ciudades, especialmente las europeas, para ella es enajenado, fuera de todo contexto social y económico. «Creo que tener una ciudad que nos guste depende de la capacidad de asombro y hay que tener una disposición para dejarse soñar y hasta el rincón mas feo, puede tener algo que lo haga interesante, como estar en una cantina y darse cuenta que hay una pintura que se repite sistemáticamente en todas las cantinas y que probablemente hay una historia de quien es ese personaje que estaba ahí. De eso se trata la aventura» y con esto cierra Carla nuestro recorrido.
Un tour de la magia de lo sencillo y cotidiano, sobre las historias de los lugares y las personas que habitan estos espacios.
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Agradecemos a Carla por su tiempo, su dedicación y trabajo. Definitivamente se necesitan más personas como ella que no solo transitan, sino también forman parte de la ciudad y deciden accionar ante problemáticas. Compartimos su percepción de que cada ciudad depende de los ojos de quien la mire, y conocer la historia y miradas de otras personas es para nosotros una forma de ir rompiendo prejuicios y abriéndonos a otras posibilidades.